26 de Julio de 2019. Templo de Borobudur
A
mis compañeros de viaje no les apetece ver el amanecer, así que quedamos a las
7 con Arri para que nos lleve al templo de Borobudur, el mayor templo budista
del mundo.
El día ha salido nublado, lo cual, después del calor que pasamos
ayer, se agradece. Tras una media hora de coche, llegamos al templo. Nos
sorprende la grandiosidad de la construcción y lo bien trabajados que están los
relieves. Es un templo construido en el siglo IX después de Cristo y los
relieves que ornamentan todos los muros representan la filosofía budista de las
distintas etapas vitales, necesarias para llegar al nirvana. El templo, en su conjunto,
es bastante impresionante y nos gusta mucho a los tres.
Lo malo del recinto son estos pobres elefantes asiáticos que tienen sometidos en un pequeño reducto y atados con cadenas algunos de ellos... deja mucho qué desear y ya ha tenido bastantes críticas de asociaciones animalistas.
A
la salida, vamos a comer a un restaurante local, muy barato, pero que, entre
que la comida estaba fría y que el pollo estaba cocinado con cabeza y patas, no
nos acaba de encantar.
Antes de coger camino a Semarang, decidimos ir a visitar
la Chicken church, que es una iglesia muy divertida, la cual, pretendiendo representar a una
paloma, parece más bien un pollo…. En Tripadvisor un visitante la define como
hilarante y kitch y la verdad que tiene un poco de ambas cosas.
En su exterior
es un gran pollo construido de manera algo burda, pero el interior es bonito,
con diferentes salas de piedra y una gran sala central, que la usan para llevar
a cabo distintas representaciones. En realidad, aunque se habla de iglesia, nos
dicen que está abierta a todas las prácticas religiosas, y de hecho tiene
varias salas de oración musulmanas. Se puede ascender hasta la cola, donde se
encuentra un bar bien ambientado y con unas vistas espectaculares y a la
cabeza, donde hay que subir de pocos en pocos, lo que conlleva hacer algo de
cola, pero merece la pena por la impresionante visión del paisaje boscoso que
rodea al complejo. En conjunto la visita es merecida, es un sitio diferente
y único en un entorno fascinante.
De
ahí ya cogemos ruta a Semarang, con el sonriente Arri al volante. Se supone que
son unas dos horas de viaje, pero pillamos unos atascos tremendos por obras de mejora
en la carretera y tardamos más de tres horas.
Foto de despedida con el alegre Arri
El
hotel elegido en Semarang es el Djajanti house, una antigua casa de madera con
un ambiente colonial y decoración vintage. Cogemos habitación triple con
aire acondicionado, dos pisos y baño privado y nos cuesta 20 euros.
Como
la comida ha sido bastante floja, decidimos darnos el primer capricho culinario
del viaje y nos vamos a cenar a un Korean Barbacue Restaurant. Después de un
“agradable” paseo de media hora por la caótica ciudad de Semarang, que carece
de aceras y donde te juegas la vida a cada paso, llegamos al agradable
restaurante. Nos reciben cinco camareras dándonos la bienvenida. La comida
excelente y la carne a la brasa hecha en la propia mesa, de altísima calidad,
así que fabulosa elección!! El precio, siendo de los restaurantes de gama alta
según Tripadvisor, no supera los 10 euros por persona. Pablo se empeña en
invitarnos a cenar, así que aceptamos gustosas!
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